NOTA PÁGINA 12: "POR UNA EDUCACIÓN PÚBLICA DE CALIDAD"
09/05/2016
Por Roberto Baradel *
Una preocupación permanente de los docentes es la de contribuir a una
educación pública de calidad, concepto que -cabe aclararlo desde el
comienzo- diferenciamos del de "calidad educativa", una definición
impuesta en los `90 y que busca encuadrar a la educación como un
producto más en los términos de las leyes del mercado. Bajo ese paraguas
ideológico se fue construyendo la idea de que la educación es de baja
calidad, atribuyéndole la responsabilidad casi con exclusividad a una
formación docente deficiente y a que el ausentismo es alto. Nosotros
sostenemos que se trata de una mirada reduccionista del problema. Una
educación pública de calidad pone en juego múltiples factores.
Si
bien hay que valorar los avances obtenidos en la última década, desde
la Ley de Financiamiento Educativo hasta los programas socio educativos,
como los CAJ y los CAI, Conectar Igualdad y Fines, entre otros, o el
trabajo desarrollado por el Instituto Nacional de Formación, todavía
queda mucho por hacer. Partimos de una buena base para lograr esas
transformaciones.
Una educación pública de calidad implica una
actualización permanente de los docentes y mejoras en las condiciones en
que se desarrolla el proceso de enseñanza y aprendizaje en cada una de
las escuelas. Se requiere de docentes reconocidos y valorados por su
tarea, respetando la carrera docente, la calidad del salario y una
remuneración acorde, permitiendo que, con un solo cargo con horas frente
alumnos y horas institucionales, puedan vivir dignamente.
Respecto a la formación docente, ésta se fue fortaleciendo a través del
tiempo hasta llegar en la actualidad a una carrera de nivel superior de
cuatro años. Por supuesto que hay aspectos para mejorar, entre ellos
darle otro dinamismo y actualizar la currícula. Pero a la par de la
formación, es central la actualización permanente de los docentes. Por
eso fue un logro muy importante incluir en las paritarias el Programa
Nacional de Formación Continua, con una inversión de 1.200 millones de
pesos, al que el actual gobierno prometió darle continuidad.
Otro
aspecto central son las condiciones de enseñanza y aprendizaje. Si se
suspenden las clases por problemas de infraestructura, si hay chicos que
no pueden ir todos los días a clases porque hay escuelas que no tienen
capacidad edilicia o porque no tienen maestro suplente, es difícil
alcanzar una educación de calidad. Todas estas son causas de ausentismo
escolar, que no sólo hay que lograr que disminuya, sino que hay que
avanzar hacia la jornada completa en todas las escuelas, porque además
de tener más horas de escolarización, los estudiantes tendrán acceso a
un segundo idioma, al conocimiento de nuevas tecnologías y otro tipo de
saberes al que hoy sólo acceden si sus familias pueden costearle cursos
privados.
También atenta contra una educación de calidad la falta
de equipos de orientación escolar en cada escuela y en cada turno, así
como tutores en las escuelas secundarias. Hay situaciones sociales,
familiares, que dificultan el proceso de aprendizaje, más aún en la
actual coyuntura en la que vemos crecer los niveles de pobreza e
indigencia y donde cada vez más chicos necesitan asistir a los comedores
escolares.
En el mismo sentido, otro grave problema es la
carencia de cargos directivos. No se nombran vicedirectores y
secretarios, por lo que el director se debe ocupar de múltiples tareas,
muchas de ellas burocráticas, alejándose de su rol esencial que es el
acompañamiento del proceso pedagógico, con el maestro en el aula.
También se debe mejorar la asistencia de docentes, en particular en
algunos niveles que por la organización del trabajo escolar y la
dispersión de los lugares de trabajo se genera una discontinuidad mayor
que en otros. Y por supuesto es necesario que el Estado establezca los
controles y las sanciones correspondientes en caso que haya docentes que
incurran en conductas abusivas e ilegales.
Con referencia a la
evaluación, ésta tiene que ser en términos integrales. Tenemos que
construir dispositivos de evaluación que superen las limitaciones que
tienen las pruebas PISA. Por ejemplo, tomando aportes de sistemas como
el Terce que implementa la Unesco o el IACE, que impulsa Unicef, junto a
los Operativos Nacionales de Evaluación (ONE), para resignificarlos de
acuerdo a las necesidades de nuestro sistema educativo. La evaluación no
debe ser entendida como un arma punitiva contra el docente, sino como
una herramienta pedagógica que nos permita hacer un diagnóstico para
saber qué áreas hay que reforzar o en cuáles hay que cambiar las
estrategias didácticas para perfeccionar el proceso de
enseñanza-aprendizaje.
Para alcanzar esos objetivos es necesaria una nueva Ley de Financiamiento Educativo que aumente sustancialmente la inversión.
El compromiso de los docentes es construir las condiciones para lograr
una educación pública de calidad. La responsabilidad del Estado es
garantizarla. La obligación del gobierno y de los legisladores es
cumplir con esa responsabilidad. El deber de la comunidad educativa y de
la sociedad en su conjunto, es exigírselo. Sólo así lo vamos a lograr.
* Secretario general de Suteba y miembro de la Junta Ejecutiva de Ctera.
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