2 DE ABRIL: MALVINAS
Inicialmente la operación militar consistiría en expulsar a la
guarnición británica de la Isla y forzar al gobierno británico a
negociar. A partir de una equivocada lectura estratégica creía contar
con el apoyo de Estados Unidos o al menos con su neutralidad, en
compensación por el aporte de las misiones militares enviadas a
Nicaragua, El Salvador o Guatemala para colaborar con los "contras" en
la guerra sucia inspirada por Estados Unidos. Los mandos militares
evaluaban que por estas razones de ninguna manera intervendría a favor
de Gran Bretaña. Obviamente se equivocaron.4
La noticia del
desembarco sorprendió a la población que en general reaccionó en apoyo a
la recuperación de las Islas. Hubo movilizaciones espontáneas y
organizadas en distintos puntos del país. El apoyo tenía sus matices que
se advertían en las consignas de la Plaza. Algunos manifestantes
cantaban contra Galtieri y recordaban otras identidades políticas : "Y
ya lo ve vinimos el 30 y hoy también", "Galtieri, Galtieri prestá mucha
atención, Malvinas Argentinas y el pueblo de Perón " Había carteles que
decían "Las Malvinas son de los trabajadores y no de los torturadores"
en tanto que la Madres de Plaza de Mayo agregaban "Las Malvinas son
argentinas, los desaparecidos también".
En los días siguientes el
apoyo se concentró en los soldados que estaban siendo mandados al
frente. Los conscriptos de las clases 62 y 63, estos recién ingresados
al servicio militar obligatorio, con escasa instrucción militar y que en
conjunto constituían el 70% de los movilizados. Venían de diferentes
provincias y clases sociales, descendientes de los pueblos originarios o
de inmigrantes, tenían distintos credos e ideologías pero todos estaban
atravesados por la guerra. Algunos eran universitarios, otros apenas
sabían leer y escribir, muchos de ellos se habían escolarizado en la
Escuela Pública y allí habían aprendido alguna vez el "amor por la
patria" y también que las Malvinas fueron y serán argentinas. Durante
los 74 días que duró la guerra, además de las movilizaciones que se
sucedían casi a diario, hubo una gran cantidad de acciones colectivas de
apoyo a los soldados.
Margaret Thatcher reaccionó inmediatamente
y el mismo 2 de abril tomó represalias: congeló los fondos argentinos
depositados en bancos de su país y embargó las exportaciones
provenientes del nuestro. La Comunidad Económica Europea, de la cual
Gran Bretaña era miembro suspendió las compras a Argentina por un mes,
medida que luego fue prorrogada. En esta guerra económica la Argentina
respondió con débiles medidas, como la suspensión de la compra de
divisas para cancelar compromisos con el Reino Unido, pero no avanzó en
medidas que pudiera afectar los intereses locales de largo plazo, como
podría ser accionar contra las inversiones de empresas de ese origen o
incluso llegar a expropiar las 500.000 ha de la Patagonia propiedad del
enemigo.6
La conducción militar argentina no había previsto una
respuesta militar británica y tampoco planificó cómo accionar en caso de
que se produjera. Tres días después del desembarco, una fuerza de
tareas, la más grande desde la segunda Guerra Mundial, se dirigió a las
islas.
Diversas voces de solidaridad se levantaron en América
Latina en apoyo a Argentina y se reclamaba a Estados Unidos la
aplicación del TIAR (Tratado de Asistencia Recíproca), que lo obligaría a
intervenir a favor de Argentina. Pero el imperialismo yanqui privilegió
la alianza con su principal socio del mundo occidental y lo anunció
formalmente el 30 de abril. Al advertir el potencial británico, que
recibía apoyo logístico de otros países, entre ellos el Chile de
Pinochet, se pasó del "ocupar para negociar" al "vamos a reforzar la
guerra".
La imprevisión de los militares tuvo importantes
consecuencias en las deficiencias de suministros, abrigos y equipos que
sufrieron los soldados argentinos que tuvieron que combatir no sólo a
una fuerza inmensamente superior sino también el hambre, el frío y la
incompetencia y crueldad de sus propios jefes. Al margen de los errores
tácticos y estratégicos que definieron la suerte de esta guerra, lo que
aparece como inconcebible son los injustificados malos tratos, las
crueldades de algunos oficiales y suboficiales hacia sus soldados como
los estaqueos durante horas en la turba mojada, con temperaturas bajo
cero. En su gran mayoría eran castigos por robar comida. Se podría decir
que el genocidio que se inició el 24 de marzo de 1976 se continuó en
Malvinas.7
El 1° de mayo Gran Bretaña inició los bombardeos a
Puerto Argentino, ex Puerto Stanley y dos días más tarde hundieron el
Crucero General Belgrano fuera de la zona de exclusión que ellos mismos
habían establecido, dejando 368 muertos, decenas de desaparecidos y
heridos.
La información durante la guerra no escapó a las
condiciones generales de la dictadura. Al severo control de la prensa
que existía desde el golpe de Estado se agregaba la censura típica de
todo conflicto. Los comunicados oficiales sugerían que Inglaterra no se
molestaría en defender unas islas tan lejanas y sin importancia para
ellos. Durante todo abril los argentinos siguieron con inquietud los
cables internacionales que informaban acerca del avance de la flota
inglesa contrariando los continuos mensajes "tranquilizadores" emitidos
por los medios gráficos y audiovisuales de mayor circulación. Los mandos
militares seguían ocultando la situación detrás de noticias
triunfalistas, como se desprende de las portadas de los diarios de la
época.
El 14 de junio, la guarnición argentina a las órdenes del
general Menéndez se rindió ante el general Jeremy Moore y más de 10.000
soldados cayeron prisioneros en las islas y durante su desarrollo
produjo la muerte de 649 argentinos y heridas a otros 1063. En su
condición de prisioneros de guerra permanecieron en las islas unos días
más (en algunos casos hasta julio) concentrados en el aeropuerto hasta
que fueron embarcados de regreso al continente y luego devueltos a sus
guarniciones y hogares. En la mayoría de los casos en condiciones de
semiclandestinidad, con la orden expresa de no hacer declaraciones de
prensa y no contar lo que habían vivido a sus familiares, que en muchos
casos implicaba callar los malos tratos recibidos de sus propios jefes.
La
noticia de la rendición causó una gran frustración en una población
engañada por la campaña triunfal que se había mantenido hasta poco
antes. Amplios sectores de la sociedad que habían acompañado el intento
de recuperación de las islas consideraron que las Fuerzas Armadas habían
fallado en su función específica. Al mismo tiempo, el descrédito por la
derrota abrió las puertas para las denuncias sobre las masivas
violaciones a los derechos humanos cometidas desde el golpe de Estado.
El
sufrimiento por las consecuencias de esta guerra y el dolor de los
familiares de los soldados que perdieron la vida se sumó así al de miles
de familias argentinas que lloraban en silencio a las víctimas de la
represión ilegal.
La derrota de Malvinas precipitó la crisis del
régimen militar y preanunciaba su caída. Después de unos días de
incertidumbre e incidentes en las calles Galtieri se vio obligado a
renunciar y fue reemplazado después de algunas disputas dentro de las
Fuerzas Armadas por el Gral. Reinaldo Bignone.
Las islas fueron
fortificadas y a sus pobladores, que pasaron del aislamiento a la
prosperidad se les concedió la ciudadanía británica plena antes negada.
Los responsables de las Fuerzas Armadas hicieron esfuerzos para ocultar
las consecuencias de la guerra y borrar las huellas intentando aplicar
la misma metodología que usaron contra miles de militantes populares.
Creían que de este modo podrían eludir la responsabilidad que les cabía
en el planeamiento, ejecución y desenlace de la guerra.
Esto no
fue posible, entre otras cosas por el llamado informe Rattenbach
elaborado por una comisión creada en diciembre de 1982, integrada
exclusivamente por militares y presidida por el Tte. Gral. Benjamín
Rattenbach. Las conclusiones, que nunca fueron publicadas oficialmente,
estuvieron listas en septiembre de 1983. El informe es lapidario,
califica como "aventura militar" la decisión de la Junta Militar y es
contundente a la hora de probar la improvisación, la falta de una
adecuada preparación y la impericia con que condujeron a la Nación a la
guerra.8
Para quienes combatieron y para los familiares y amigos
de los caídos la instalación de un monumento en el lugar del conflicto
se convirtió en una instancia necesaria de duelo. La Comisión de
familiares de caídos en Malvinas demandó durante varios años la
construcción de un Cementerio en Darwin. El proyecto pudo concretarse en
2004. Hay allí 237 tumbas de soldados argentinos muertos en combate de
los cuales sólo 101 están identificadas, el resto permanece con la
inscripción de "Soldado argentino sólo conocido por Dios".
CONSEJO EJECUTIVO DE SECCIONAL
SUTEBA
ECHEVERRIA - EZEIZA
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